El encuentro de networking consciente del 8 de diciembre fue uno de esos espacios donde el tiempo se diluye y la conversación se transforma en un campo común de conciencia, escucha y verdad compartida.
No fue una reunión más: fue un encuentro de almas, proyectos y procesos personales, unidos por una misma intención —crecer, sanar y cocrear desde un lugar más humano.
Participaron en este encuentro:
Belén Peraita (SomosUNA espacio)
El disparador: una experiencia de conciencia colectiva
Matías abrió el encuentro compartiendo una vivencia profundamente transformadora: una experiencia inmersiva de respiración, meditación y conciencia colectiva vivida días antes junto a cientos de personas.
Más allá de la técnica, lo que marcó el relato fue la fraternidad espontánea, la ausencia de juicio y la sensación de estar habitando —aunque sea por unas horas— el mundo que queremos construir.
Esa experiencia funcionó como disparador para una reflexión clave del Club:
no enfatizar solo el aprendizaje intelectual, sino generar contextos que eleven la conciencia y se sostengan en el tiempo.
El poder del contexto y la tribu
Belén compartió desde su experiencia personal cómo, al encontrarse con personas en la misma frecuencia, surge una empatía genuina, un espacio donde uno puede mostrarse tal como es, sin máscaras.
Relató encuentros espontáneos que terminaron durando horas, confirmando algo esencial: la necesidad humana de tribu, escucha y presencia real.
Desde su espacio SomosUNA, Belu encarna ese rol de anfitriona consciente: abrir un lugar físico y emocional donde las personas puedan volver a sentirse en casa.
Sanación, cuerpo y conciencia
Uno de los momentos más profundos del encuentro llegó con el testimonio de Lorena Lorenzo.
Como mentora oncológica, compartió su propósito de acompañar a mujeres que atravesaron cáncer de mama a reconectarse con su cuerpo, su intimidad y su identidad, una vez que el acompañamiento médico termina y comienza el verdadero proceso interno.
Lorena puso palabras a algo que resonó en todo el grupo:
- la sanación no es solo médica,
- la mente, el contexto y la red de apoyo son determinantes,
- y la experiencia compartida reduce la soledad y devuelve esperanza.
Varios participantes sumaron experiencias personales, reforzando la idea de que no se sana en soledad ni en el mismo contexto que enfermó.
Redes que sostienen y transforman
Adriana Robles trajo una mirada clave: incluso quienes trabajan acompañando a otros necesitan espacios donde permitirse sentir, atravesar emociones y ser sostenidos.
Compartió su intención de activar encuentros presenciales más pequeños en Zona Oeste, sembrando las primeras células territoriales del Club.
Elizette sumó una reflexión profunda y necesaria:
no se trata de huir del contexto que no nos comprende, sino de integrarlo desde un nivel de conciencia más alto, poniendo límites internos y eligiendo con amor dónde nutrirse.
Nómades, tecnología y conciencia
Joaquín Viera se presentó desde Colonia, Uruguay, integrando negocios, software y espiritualidad como un mismo canal hacia la abundancia.
Su mirada reflejó uno de los ejes centrales del Club: hacer negocios desde la coherencia, no como contradicción, sino como extensión del ser.
Luisa Carvajal, nómada digital y especialista en publicidad, aportó la visión de quien cruza culturas y territorios, llevando aprendizajes de un lugar a otro.
Matías lo sintetizó con una imagen poderosa:
los nómades como abejas que polinizan conciencia entre ciudades y comunidades.
Temas centrales que atravesaron el encuentro
- Conciencia colectiva y experiencias inmersivas
- El poder del contexto y la tribu
- Sanación integral: mente, cuerpo y red
- Liderazgo cotidiano y vulnerabilidad
- Tecnología y negocios al servicio del ser humano
- Descentralización: células locales y espacios físicos conscientes
El Club como contenedor vivo
El encuentro cerró reafirmando el propósito del Club de Líderes Conscientes:
no ser un espacio teórico, sino un contenedor vivo para pasar a la acción, cocrear proyectos, acompañar procesos reales y construir una red donde nadie camine solo.
Cada voz sumó una pieza.
Cada historia recordó que cuando la conciencia se comparte, se expande.